sábado, 14 de enero de 2023

EL HOBRE Y EL MEDIO AMBIENTE

 

 

EL HOMBREL HOBRE Y EL MEDIO AMBIENTE   (1)

 

 


 

Las causas que han acentuado el interés por el problema de la protección a la naturaleza, radican en que han profundizado y ampliado las contradicciones entre las crecientes demandas de la sociedad en cuanto al consumo de recursos naturales y las posibilidades de satisfacerlas con los métodos viejos, como también la necesidad de conservar el hábitat. 

En la actualidad, este problema ha adquirido carácter universal, debido a lo cual ha ocupado uno de los problemas lugares en el conocimiento científico y la transformación del mundo. Para seleccionarlo se requiere perfeccionar o modificar las viejas formas de actividad de la sociedad, a continuar perfeccionando y multiplicando las riquezas naturales y a conservar su belleza para las generaciones del presente y el futuro. Desde el punto de vista metodológico, en la solución del problema de la naturaleza revisten cuestiones generales, por ejemplo: definir el propio, esclarecer el lugar que ocupa y la significación que tiene la protección de la naturaleza en la actividad de la humanidad tendente a transformar el mundo, clasificar las formas de actividad  protectora de la naturaleza.

La protección de la naturaleza es un tipo específico de la actividad de la sociedad, encauzada a limitar o cesar por completo la polución el medio ambiente y prevenir el agotamiento de los recursos naturales así como a impedir la alteración permanente de la naturaleza y la estabilidad relativa-cristalizar durante su desarrollo evolutivo- de las relaciones entre subsistentes y componentes-. En última instancia, la actividad de la sociedad para proteger la naturaleza tiende a mantener el equilibrio ”sociedad-naturaleza”.

El objeto  de la actividad protectora de la naturaleza que realiza la sociedad es la naturaleza en su totalidad y, ante todo, aquellos subsistemas y componentes constituyen el más alto valor para la práctica social y las investigaciones científicas: las reservas irreponibles de recursos naturales, el agua potable, el aire puro, las tierras de labrantío, los ejemplares de plantas relictas e industriales, animales de caza, hongos comestibles y venenoso, etc.

El contenido del concepto “protección de la naturaleza” lleva implícito un conjunto de varios tipos de actividad, que se diferencia por su objeto (mantenimiento de integridad de la naturaleza en los más distintos niveles de su organización, conservación de los tipos raros de animales y plantas, gasto ahorrativo de los recursos irreponibles, etc.); por el carácter (planificado o espontáneo, ahorrativo o derrochador); por el de eficacia (eficiente, poco eficiente  o ineficiente);  por rasgos sociales (de la colectividad o basado en la individualidad) etc. Lo dicho evidencia que el concepto “protección de la naturaleza” puede enfocarse en diferentes planos y señala que es necesario adoptar un enfoque integral para solucionar los problemas relacionados con su definición.

 La protección de la naturaleza debe abordarse no aisladamente, sino vinculándola con el problema general de armonización de las relaciones del hombre con el medio ambiente,  de ahí que sea necesario enlazar del modo más estrecho esta tarea  con la perspectiva del progreso científico-técnico. Es particularmente ineficaz el dilema que contrapone la protección de la naturaleza -en el sentido de conservarla- y la reducción  más completa posible de todas las formas de incidencia humana sobre ella, y por contrario, la exigencia de continuar saturando la naturaleza con dispositivos técnicos en el mayor grado posible. Por una parte, se exhorta a retornar a la representación de los antiguos de que la naturaleza es sagrada y debe considerarse amoral todo influjo que se ejerza sobre ella. “La naturaleza sabe mejor que el hombre que necesita el hombre”, es el aforismo que emplean los partidarios de este criterio. Este enfoque no es justo, naturalmente. La historia testimonia que el progreso técnico ha aportado una enorme contribución a la protección de la naturaleza.

Pero, por otra parte, los enfoques puramente técnicos no garantizan por lo visto, por completo el problema en cuestión, porque aparte de las consecuencias positivas del progreso técnico (que en cada nuevo nivel liquida muchas secuelas negativas del nivel anterior), somos testigos de aumento de sus nuevas consecuencias no deseables, y cada vez en mayor escala. No sin fundamento se ha denominado “optimismo técnico” la esperanza de que la técnica pueda resolver los problemas planteados por su propio desarrollo. Mas debemos decir que dicha esperanza, muy extendidas en Occidente  en la mitad del siglo XX, ya van pasando a la historia y, por tanto, van estando caducas y obsoletas, para resolver los problemas que el hombre tiene actualmente: la conservación del medio ambiente y de la naturaleza.

 

(1) Artículo  de “Plinio El Chaval”, editado en la antigua revista TARRELOS núm. 3,  de fecha diciembre de 1985. Dicho artículo, hoy más que nunca, sigue en pleno vigor pese haber pasado 37 años desde entonces; debido sobre todo, a que estamos inmersos bajo formaciones socioeconómicas capitalistas, terribles y miserablemente depredadoras.

 

En las décadas de los años 80 y 90 la micologia en Galicia estaba en manos de unos pocos pseudocientifícos, casi todos elitistas.  Por aquel entonces surgió la figura de Antón Patiño Regueira que, con su carácter y firme voluntad y cansado de tanto pseudocientíficos oportunistas, puso en marcha a través de muchas agrupaciones micológicas distribuidas en las cuatro provincias gallegas, e introdujo en el campo de micología una cultura popular.

Esta cultura popular no fue bien recibida por algunos pseudocientíficos micólogos gallegos, que se molestaron por el hecho de poner en marcha una cultura popular, entendiendo con ello, que dicha acción les restaba protagonismo personal y algo más que el mero egocentrismo.

De ahí deviene que Plinio El Chaval transcribiese el artículo  El hombre y el medio ambiente en la revista Tarrelos para despertar la conciencia de aquellos cerriles, atascados a cal y canto que la cultura fuese única y exclusivamente pseudociéntifica; actuando como  mojes benedictinos con los secretos de sus licores.

No obstante todavía quedan algunos francotiradores en el campo de la micología en Galicia, tanto en la científica como en la popular. Pero forma y fondo ha cambiado entrelazándose lo científico y lo popular. Desde luego el artículo en sí, valió para que la semilla esparcida en la siembra alguna haya prendido y germinado en la mente de los humanos.  

 

Vigo, 10 de diciembre de 2022.

Alfonso Rey Pazos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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