SOBRE RECORTES SOCIALES
Los nuevos recortes sociales
promovidos por el Gobierno y aplaudidos por su grupo parlamentario, lleva al
comentarista despreciar la catadura moral de promotores y de valedores,
incapaces de actuar en contra de los poderosos, cuya actuación parecería estar
dominada por el deseo de sumisión de una parte de la sociedad. Para pensar.
16/07/2012, Juan Gérvas
En el mundo hay seres miserables.
Pero no son totalmente miserables pues mantienen algunos rasgos piadosos. Por
ejemplo, los hay que quieren a sus hijos y nietos, por más que en el Congreso
(o en el Senado) jaleen con fervor los recortes del subsidio del paro, subsidio
que palia la pobreza de los niños españoles, cada vez más pobres y más
frecuentemente miembros de familias sin futuro. Los hay que ayudan a una
ancianita a cruzar la calle, por más que luego en el Congreso (o en el Senado)
aplaudan a rabiar los recortes de la Ley de Dependencia, que hacen imposible
que dicha ancianita viva en su casa, cuidada por su familia. Los hay que son
buenas personas, incapaces de matar a una mosca en el vecindario, pero luego en
el Congreso (o en el Senado) son capaces de aplaudir en pie al Presidente que
ha anunciado recortes que llevarán sufrimiento y dolor a millones de españoles.
Son seres miserables, de la misma catadura moral de los que aplaudieron la
participación española en Irak, guerra con cientos de miles de muertos civiles,
que ha devuelto a la Edad Media a la población de un país entero. Son casi
iguales los que aplaudieron en julio de 2012 que en mayo de 2010. "Los
mismos perros con distinto collar". Pero los de julio son más sádicos,
aplaudieron con más ganas, y a todo. Emblemático es el "¡Que se
jodan!" tras el anuncio del brutal recorte a los parados, expresión que resume
el conjunto de julio de 2012. En ambos casos aplaudieron la
"valentía" de sus Presidentes; es decir, su sumisión a los poderosos
y su cobardía ante los fuertes, su miedo a dimitir y a convocar elecciones, un
referéndum o similar, o a elegir otras alternativas solidarias.
Son como hienas, ríen como
gracias los anuncios de desgracias. Se alían entre ellos para negar la
"dación en pago", lo que lleva al desahucio de cientos de miles de
familias; se unen en todo lo importante. Son como buitres, sobrevuelan la
indigencia, la exclusión, el sufrimiento y el dolor. Son gentuza, sin respeto a
nada respetable. Por ejemplo, ni temblor al recortar las ayudas al desarrollo,
ni dolor al incrementar el IVA que daña a los pobres, ni conmiseración con los
ancianos al introducir el repago de medicamentos, ni dudas al prolongar la vida
de las centrales nucleares y las concesiones de los embalses, ni sentimientos
al cambiar las condiciones de las bajas laborales, ni vergüenza al proponer la
resistencia pasiva como atentado a la autoridad, ni empatía con el parado y su
familia, ni hospitalidad-atención sanitaria al inmigrante sin papeles, ni
capacidad de soñar el futuro cuando recortan en educación y en investigación,
ni miedo a eliminar la paga extra en Navidad a los funcionarios. ¿No tienen
miedo a nada, nada?
Situaciones esquizofrénicas
Esos seres miserables tienen
miedo, sí, a los poderosos. Por ejemplo, mantienen la amnistía fiscal que
beneficia a defraudadores, ladrones, mafiosos y demás. Mantienen los privilegios
de la Iglesia Católica, tan ensimismada con el sexo. Mantienen la Casa Real,
por más indignidades que la colmen. Mantienen las ayudas a la banca, un pozo
sin fondo. Mantienen el fraude fiscal, al debilitar la Inspección Tributaria.
Mantienen el capitalismo subvencionado, con el apoyo a las autopistas de peaje
como ejemplo. Mantienen las SICAV, que cotizan al 1%. Mantienen sus propios
privilegios, desde horas de trabajo a dietas, pasando por derechos de
jubilación, indemnizaciones y compensaciones varias. Mantienen en sus puestos a
corruptos de su clan (presunción de inocencia hasta el infinito). Mantienen la
aprobación y financiación de medicamentos que "no aportan nada
nuevo". Mantienen la Ley Electoral, de forma que "lo llaman democracia
y no lo es". Mantienen sus propios coches oficiales, sus tarjetas de
crédito a crédito público, sus guardaespaldas y sus asesores. Mantienen bien
quieto el estanque de la corrupción en que participan, de forma que los
causantes de la crisis sean invisibles y el dinero "esté
desaparecido".
Abanican a los fuertes y pisotean
a los débiles. Se sacrifican por nosotros, "haré lo que tenga que hacer,
me cueste lo que me cueste", o "haré cualquier cosa que sea
necesaria, aunque no me guste y aunque haya dicho que no la iba a hacer".
Dan miedo, por marionetas. Hacen lo que no les gusta hacer pues "no hay
elección". No convocan elecciones cuando pierden la libertad de decidir,
pues las perderían. Dicen tener una "esquizofrenia", que les obliga a
hacer con el cerebro lo que no querrían hacer con el corazón.
Esquizofrenia
La esquizofrenia es un trastorno
mental grave, una forma diferente de enfrentarse a la realidad. La
esquizofrenia nada tiene que ver con una "doble personalidad", nada
con las conductas de los miserables que no hacen lo que deben y pretenden
justificarse con una disociación entre sentimientos y racionalidad. El
esquizofrénico sufre, no es un cobarde.
El esquizofrénico se enfrenta sin
querer a nuestro desconocimiento, y a nuestra exigencia de compartir la
interpretación social de la realidad. La etiqueta diagnóstica justifica la
intervención médica, y los tratamientos. Pero lo clave para el paciente es su
sufrimiento, en gran parte por el rechazo social y profesional. Al final los
esquizofrénicos mueren antes, y por causas evitables, como expresión de dicho
rechazo.
Habló un sabio esquizofrénico:
"Hermano, estoy loco, pero no soy tonto. Ni tonto ni cabrón. Dicen que se
distingue bien a un loco de un cabrón porque el primero se pilla los huevos y
el segundo te los pilla a ti". No confundamos.
¿Sin paga de Navidad? ¡Tampoco
Reyes!
La crisis internacional la causó
la codicia sin control del sector financiero. Bien lo expresó la bancarrota de
banco Lehman Brothers, del que fue directivo el actual ministro de Economía
(¡qué simbólico!).
En España la crisis la causó la
codicia sin control del aparato de los partidos políticos, que asaltaron el
Estado con una política sin contrapesos para lograr la sumisión de sus miembros
y cargos electos. La corrupción fue la consecuencia, y ello explica el peso de
la deuda privada de promotores y constructores, con el ejemplo del aeropuerto
de Castellón como emblema del despilfarro irresponsable. Esa es la deuda que
nos ahoga. Esa es la deuda que se intenta pagar como sea, sin considerar su
recuperación (el dinero no desaparece). Bankia es la expresión última, con sus
24.000 millones "evaporados" en medio de consejos de cajas copados
por políticos y sindicalistas, que no vieron "nada", ni quieren ser
ahora vistos. Es imposible "pan para tanto chorizo", y a lo de Bankia
se suma lo de Novacaixa, que ya consumió casi 4.000 millones y pide otros
6.000. Y suma y sigue en una locura que llegará a cientos de miles de millones
de euros. No falta, claro, el capitalismo subvencionado, con la ministra de
Fomento sacando cientos de millones de euros para cubrir a las constructoras de
las autopistas madrileñas (y valencianas y murcianas), que ya han recibido
miles de millones, para "no deteriorar la imagen internacional de las
constructoras" (y para no tener que hacer frente a las deudas, que irían
todas al Estado en virtud de la leonina legislación de las concesiones).
En síntesis, los representantes
del capital han decidido aprovechar la crisis para ajustar cuentas en la vieja
y permanente lucha de clases. Se están vengando de doscientos años de avances
de los trabajadores, y pretenden devolvernos a la primera revolución
industrial, al comienzo del siglo XIX. Nos mantienen rehenes a los españoles, y
nos exprimen y exprimirán hasta la última gota de sangre, sudor y lágrimas,
para que paguemos lo que ellos han dilapidado, y dios sabe dónde guardan. Las
políticas de los partidos políticos, y los políticos seleccionados por sus
"aparatos" destruyen el normal funcionamiento del Estado (los mejores
y honrados son apartados).
Hay alternativa. Por ejemplo, si
quitan la paga de Navidad que quiten la Casa Real, a los Reyes. Que la crisis
se lleve todo lo sucio, como los coches oficiales y su boato. Que cada
"esfuerzo" pedido a trabajadores y pensionistas venga alineado con
una "compensación" en cantidad similar de ahorro. Que la crisis
permita cambiar los partidos para lograr que exista una democracia y unos
políticos que no tengan más privilegio que el de dedicarse a servir temporalmente
a los demás.
No hay esquizofrenia alguna. Hay
partidos políticos y aparatos de los mismos que han asaltado al Estado, y no lo
van a dejar. Lo defenderán con pelotas de goma, botes de humo y policías sin
identificación, como en Barcelona o en Madrid. Sacarán al Ejército, si se
precisa (ya se hizo, con el "estado de alarma" en diciembre de 2010).
Ya están pasando por encima de muchos cadáveres, como los niños empobrecidos,
la educación, la investigación, los inmigrantes, los enfermos, los ancianos,
los dependientes y la sanidad. No se pararán fácilmente, y es necesario
frenarlos en seco.